Se han necesitado crisis sociales y un cambio constitucional de gobierno federal, para que se comience a vislumbrar con esperanza, la convergencia de ideas y la dirección hacia un solo camino; una filosofía sencilla y matemática de sumar esfuerzos, al mismo tiempo que de restar enfrentamientos estériles y actitudes que no iban acorde a la altura de una política, ante los ojos del mundo. Será que estos nuevos cambios en el entorno nos salvarán de la barbarie social y política que hemos estado padeciendo?.

Es tiempo de dialogar sin pensar en dominar un mundo, un territorio imaginario que pensamos defender, pero que no existe. El mundo es nuestro país dignificado, combatiendo los errores del pasado, con valores y vergüenza entremezclados que nos permita mantenernos dentro de un equilibrio, buscando tener personas que nos vayan a enriquecer, con quienes podamos pensar y, sobre todo, construir sobre los cimientos de la dignidad y libertad de las personas.

Comienza un pacto social, y con ello el diálogo de quienes representan nuestras ideas. Mediante este intento de entregarle esperanza al país-o por lo menos, a quienes se interesan en él-,sería un suicidio regresar a la demagogia y a la planeación a corto y mediano plazo. Si a los actores de este pacto social, se les ocurre buscar de nuevo la inspiración del crecimiento sostenido de México, en los favores, el dolo, la transa y el moche, nos va a llevar, ahora sí, a extinguirle a esta orgullosa nación, el poco orgullo que le queda.